Si me pongo a pensar, todo libro, película o tipo de historia que me agrade tiene las siguientes características:
- Un personaje que piensa que es feliz con su realidad. Eso piensa, ya sea por resignación o porque realmente no conoce otra cosa.
- Un personaje que surge. Maravilloso. Que lo transporta a otro mundo. Que le cuenta historias. Que le presenta una perspectiva de la vida totalmente diferente. Que le muestra muchas cosas que este personaje no conocía.

Y así esta perspectiva se contagia. Se contagia este modo de ver las cosas, de sentir, de pensar. Porque al fin y al cabo cuando algo nos parece maravilloso (una manera de pensar, de ver, de actuar, de sentir, de vivir) la tratamos de adoptar, pensando así que vamos a ser felices. Y tal vez ocurra eso por un momento. Tal vez nos quedemos en esa fantasía para siempre.
¿Porqué pasa que todas estas historias tienen estas características?
Porque nosotros también necesitamos personajes (¡los cuales ni siquiera es necesario que existan!) que nos maravillen: que nos digan las palabras justas, que nos enamoren con sus historias y nos transporten fuera de esa realidad que respiramos. Que nos hagan ver el mundo de otra manera, o que nos inciten a cambiarlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Arquiteto