El orgullo es algo horrible. En realidad nos mantiene al margen de hacer idioteces y es un bien a veces, cuando estamos a punto de hacer algo que no nos hace bien. Pero para gente como yo es un tóxico dañino que nos contamina la sangre, no nos deja bajar la cabeza, no nos deja decir lo que sentimos. Nos convencemos de que ese tóxico nos hace más fuertes, pero es todo lo contrario. ¿Porqué tanto quilombo? Para no admitir que somos débiles, que tenemos nuestras fallas, que no somos indestructibles, que las cosas nos duelen, sólo que no queremos decirlas.

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