Partes de alma

Escribir, escribir. Creo que cuando escribimos estamos soltando partecitas de alma. Estamos mostrando un poco lo que somos, estamos dejando que otra persona vea algo nuestro. Todo lo que escribimos termina siendo algo infinitamente importante: salió de nosotros, salió de nuestra mente, de nuestra alma y de nuestros sueños. Porque no importa de qué se trate lo que escribimos, ahí solemos dejar nuestros sentimientos, nuestros anhelos, nuestras emociones, nuestras decepciones, nuestros fracasos y nuestras victorias. Al escribir pasamos parte de lo que somos en ese instante en papel. Si somos una explosión de felicidad, una terrible incontinencia de expresiones, adjetivos, signos de puntuación y otros seres más extraños va a llenar hojas y hojas y quien lo lea va a leer una sinfonía de colores, olores y sonidos. Si somos un río de lágrimas, vamos a escribir todo como si fuesemos dejando el alma en ello, como si a cada palabra que escribiesemos fuesemos dejando partes de nuestra tristeza, y dejando que aquella angustia viva en esas palabras.
Dejamos nuestra vida en lo que escribimos. Dejamos pedazos de alma, de sueños, de emociones. Dejamos parte de nosotros, dejamos lágrimas, risas y suspiros. Mil suspiros dejamos en lo que escribimos, mil sueños y mil versos sin rima. Cientos de caricias y cientos de golpes también. Cien veces nuestra alma dejamos y mil sueños revivimos.


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