Cuánto tiempo pasó ché. Voy a empezar el posteo sin vueltas.
Mi blog es una ventana a mi pasado, y si te ponés a leer, ves claramente mi evolución como persona. No, mejor dicho, mis cambios como persona, mis crisis, mis bajones, mis alegrías. No todas, claramente, pero bastantes, y sobre todo en mis bajones, se ve bastante claramente cómo me lo tomé. Por eso por ahí me molesta entrar, porque veo todos mis defectos, porque tal vez es difícil ver mis virtudes, siendo mi blog un poco el tacho de basura de mi inconciente.

Desde que soy... "adolescente", digamos, medio loca, con aspiraciones a cambiar, con ganas de crecer, de hacer algo de mi vida, básicamente desde que empecé el camino de la vida en el cual se supone que me tengo que formar como persona, como hija, como novia, como profesional... mi idea de "Agus ideal" cambió mucho.
En primer año quería ser diseñadora web, me gustaba escribir, me gustaba el medio ambiente, la música depre (es decir, My Chemical Romance, Evanescence,etc) y quería ser, básicamente, aceptada por la sociedad. No leía mucho, vivía por inercia, estudiaba bastante y me iba bien. Era una modosita que se comportaba como si quisiese salir de su empaque de muñeca, pero la realidad era que yo no quería salir, no me interesaba, estaba cómoda en mi empaque donde tenía problemas de nena y responsabilidades de nena. Creaba problemas, o al menos hacía como si tuviese problemas de gente grande ("novio", peleas con amigas, etc) pero la realidad es que era una nena.
En segundo año, empecé a escribir más, y quería dedicarme a escribir cuentos, novelas, etc. Me gustaba el brit pop, Oasis, The Verve, la música quemada y los temas que habían estado de moda hacía unos 25 años. Tal vez justamente por eso me empezaron a gustar Los Beatles, Queen, y aún recuerdo ese glorioso día con mi papa en el auto que, yendo para el lado del cole, escuché esa canción que iba a revolucionar mi vida para siempre, Bohemian Rhapsody. La música me mostró una faceta de la vida que pensé que no existía: la revolución, las ganas de cambio, el amor, el sufrimiento, y por primera vez sentí lo que era que una nota te ATRAVESASE el cuerpo y te dejara sin fuerzas, sin ganas, sin necesidad de decir nada, que la música te hubiese sacado las palabras y hubiese revoleado tu alma tan alto que no estás en condiciones de pensar en nada más que en ese... pedo mental en el que estuviste sumergido por tres minutos y un poco más.
En tercer año empecé a amar la matemática, y quise ser profesora de matemática. Era algo que amaba, y a pesar de que me gustaba mucho escribir, empecé a caer en la cuenta en que eran los sueños de una chica a la cual yo ya había dejado atrás. Escuchaba metal, glam rock y hard rock: Ozzy Osbourne principalmente, aunque también Bon Jovi, GNR, y empezaba a conocer bandas gloriosas como Led Zeppelin o Eric Clapton con ayuda de Shusty. Era feliz con mi novio, y dado que mi faceta de "hardcore" había terminado antes de empezar, pensaba que mi amiga Sofía era una idiota por revolucionarse. No comprendo todavía qué hay de malo en la revolución: trae cambios, trae gente nueva, trae cosas nuevas, que a la larga siempre son para mejor. Pero yo era modosita, tonta, cerrada... Me hacía la mala por escuchar eso cuando en realidad el soundtrack de mi vida estaba formada por una recopilación de canciones de Los Beatles, Queen, Elvis Presley y Los Beach Boys. Vivía en una ilusión, siempre pegoteada a mi primer amor, y como siempre, creando problemas donde no los había y fingiendo que mi vida estaba llena de obstáculos, cuando no era así.
En cuarto año, mi vida, debo decirlo, era francamente maravillosa. Un poco por mi apertura mental, otro poco porque mis amigas eran un poco más razonables, otro poco porque la vida era diferente. Los mambos de mi mejor amigo se apaciguaban de a poco, yo estaba bien con mi novio, me llevaba bien con mis padres. Fue el mejor año de mi vida, sin lugar a dudas. Yo era una alumna excelente (modestia aparte) y empecé a definir mi carrera. La ingeniería me llamaba mucho la atención, y todo lo relacionada a sistemas, informática y matemática me encantaba. Aún quería ser profesora, pero era algo un poco más lejano. No escuché mucha música, pero conocí un par de bandas decisivas para mi vida, sobre todo 3 Doors Down.
En quinto año... no sé qué pasó por mi cabeza. No sé por qué no fue un buen año. Debería decir que entre Bariloche, la fiesta de egresados, mis amigos unidos, mi novio que me amaba, habría sido un buen año, pero sentía que algo estaba mal. Sentía que había... un conflicto. Algo mal. Algo que faltaba, o algo que estaba mal. Seguí creando problemas de la nada, pero esta vez fue mil veces peor. Armé castillos en medio de un basural, y tiré basura en los palacios que había. Confundí lo que estaba bien con lo que estaba mal, y lo que estaba mal con lo que estaba bien. No disfruté lo que debería haber disfrutado, y arruiné todo lo bueno que tenía.

Aquí estoy ahora. Baqueteada por la vida, golpeada, frustrada. Me enojé mucho. He gritado, he llorado, y he reído tanto estos últimos dos meses que ahora me parece insólito. No comprendo todavía cómo es que estoy viva o cómo es que estoy contando esto. Si siguiese siendo la Agustina de 5to año, estaría aún llorando en la cama, por los amigos perdidos, por ese chico que no me amó más, por ese año perfecto que no valoré y que no disfruté, por todo lo perdido.
Pero yo ya no soy esa Agustina que lamenta las cosas. Porque lo que pasó, pasó. Las cosas que pasaron, por alguna razón pasaron. "Lo que tenga que ser, que sea. Y lo que no, por algo será" dijo Drexler, con mucha razón. Ahora esta canción parece estúpidamente feliz, pero es verdad: todo lo que pasa, pasa por algo.

Dos meses después de un quiebre total en mi vida, no estoy recogiendo los pedazos de mi vida rota, no.
No, porque mi vida no se rompió. Algo se rompió en mi vida, tal vez esa persona que yo era antes, tal vez mi idea de felicidad. Algo se rompió, y no se arregla eso.
Pero está bien que se haya roto. Está bien que las cosas cambien. Está bien que haya llorado, que haya sufrido, que haya querido romper todo lo que no se había roto ya. Porque todo ese dolor me enseñó muchas cosas, y no hablo de enseñanzas rencorosas acerca de cómo no hay que confiar en la gente: eso ya lo sabía de antemano. Tal vez lo ignoré por que la vida es más linda si te hacés el dolobu. Pero lo que aprendí es que cada uno se hace sus propios problemas. Yo, como en el Yenga, fui sacando una a una las piezas que sostenían una relación con... básicamente, todo mi entorno social: novio, amigos. Y al final todo se cayó, una a una las piezas se fueron a la mierda. ¿Pero sabés qué? Está bien, porque me enseñó que yo fui la responsable de todo esto. Yo, y sólamente yo. Que los problemas se los hace cada uno, y para arreglarlos, tenés que remarla mucho, y a veces no sirve tampoco.

El fin de este posteo era mostrar cómo mi visión sobre mi... "yo ideal" había ido cambiando, y cómo estos días me había dado cuenta de que soy todo lo que siempre quise ser, y estoy rodeada de la gente de la que siempre me quise rodear.

Soy Agustina. Tengo 18, a veces salgo, a veces no. No me gusta ponerme en pedo, ni fumar, ni hacer estupideces de gente de mi edad. Me gusta pasarla bien sanamente, quedarme hasta cualquier hora, no dormir y reirme mucho, porque la vida está para reirse. Escucho mucho jazz, porque es la música de la vida, que te dice, nota a nota, que a pesar de que la vida es re triste a veces, es bella, bella, bella. Tengo una persona especial en mi corazón, que en poco tiempo se volvió casi todo. Me bancó en mis mambos, me esperó, me quiso y me quiere. A parte de TODO esto, además, me mostró un mundo nuevo, el mundo del cine, el cual, tal vez ya conocía, pero el cual ahora es mi mundo también. Un mundo de imágenes que quedan en la historia, de frases que resumen la vida misma, de una combinación tan perfecta entre imágen, música y diálogo que dan ganas de quedarse en ese instante a vivir una eternidad. Ahora quiero... demasiado a esta persona. Tengo miedo de a ratos de perderlo. Tengo dos padres sensacionales, aunque eso no es una novedad. Mis viejos son, sin lugar a dudas, los mejores padres que una persona podría desear, y no es algo que esté viendo ahora, sino algo que sé desde hace muchos años. Los amo, los admiro, y aspiro ser como ellos un día. Mis amigos... van, vuelven, y supongo que luego de estos mambos, se afianzarán algunas amistades y algunas se debilitarán hasta desvanecerse.

Gracias a Cufa, a mis padres, a mis amigos y en parte gracias a otras personas, vivo en un mundo de jazz, de películas lentas y con imágenes que valen más que mil palabras. Paso de estar adentro de una película de Kubrick, cruda, lenta, real, perfecta, que te saca el aliento con una sola imágen, a estar adentro de una de Woody Allen, el cual con una toma de Manhattan y un tema de Gershwin te convence de que la vida, las mujeres, los hombres, el amor, son como son, pero que son TAN lindos si aprendés a apreciarlos... Vivo en un mundo de números, programas, cuentas, límites, vectores... vivo en un R3 lleno de notas musicales, tomas del espacio, letras de canciones en francés y sonidos de trompeta de Louis Armstrong, y un intenso e impausado movimiento de rock and roll inmortalizado de alguna canción de Los Beatles.

Comentarios

  1. Muy buena nota :)

    Rhapsody in Blue es el tema perfecto para caminar por el centro de una ciudad atestada de gente, yendo de un lado a otro, al ritmo de ésta, y simplemente ver como todo se mueve alrededor de uno...

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  2. Me encantó!! Qué capacidad de reflexión que tenés, hija! Qué modo descarnado de verte a vos misma, desde afuera! Estamos orgullosíiiiiiisimos de vos y te adoramos! te convertiste en una pequeña GRAN persona!!!

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  3. Estoy 100% de acuerdo con mamá. No solo eso. El blog "reloaded" te quedó hermoso!! Por sobre todo, es lo que dice mamá: Son una gran persona, con una capacidad de reflexión increíble, y estamos todos orgullosísimos de saber que sos así. Y te bancamos a muerte!!! Besos, miles

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