Buenos Aires ♥

Si hay algo que me vuelve loca es la ciudad de Buenos Aires. Yo sé que es un quilombo, que el tránsito en la Ciudad de Buenos Aires de 8 am a 8 pm es lo peor que podés desearle a alguien, pero a mí me vuelve loca mi ciudad. Las luces de los edificios, de los vehículos, de la calle, las luces de todos lados que te enceguecen y te convencen de que es de día las 24 hs; los autos yendo y viniendo, avanzando y frenando, en su coreografía interminable; la gente que se entrecruza con rapidez y va de un lado al otro, como si la ciudad en su totalidad fuese la gran parte de atrás del escenario y todos fuesen corriendo a ocupar sus puestos antes de la función; la música de los artistas callejeros, sin la cual  la atmósfera estaría vacía, sería un poco más gris de lo que ya es; todo forma ese ambiente tan difícil de describir: Cálido, conocido, reconfortante, a la vez áspero, duro, metálico, algo bohemio, nostálgico, artístico, inspirador, lluvioso.
La ciudad de Buenos Aires me es casi imposible de describir. Siento que me quedo son palabras, que cada vez que intento definirla con una palabra encuentro otra irregularidad en su forma que antes no había visto, y que me obliga a cambiar radicalmente la perspectiva con la que miraba mi adorada ciudad.
La ciudad de Buenos Aires va con un café, unas medialunas, Gershwin, un día lluvioso, la calle Corrientes llena de gente apurada, una trompeta que corte el aire como un cuchillo, el aire frío y contaminado, la perspectiva de un lunes pesado, el ritmo impasible de un piano, el susurro de los autos al pasar y el canto de algún linyera.


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